2007/02/03

El Diablo

EL DIABLO.

Mi hija pesa más o menos un kg y mi cuerpo empieza a sentirlo. Camino como un pingüino y me canso, aunque no estoy muy barrigona.

Mi mente también pesa a veces; las cuentas del dinero que necesito para el parto y los primeros días con la bebé me están rondando y obviamente el acto de desaparición del papá biológico cobra más importancia material. Además, el hecho de estar sola en esta ciudad y no tener a mi familia cerca hace que el miedo a lo desconocido me ronde.

He pensado muchas cosas, tantas que a veces la cabeza podría girarme en 360° tipo película El Exorcista. Y tengo un nudo nervioso junto al hombro derecho, lleva ahí tantos meses que alguien que me hizo un masaje en el cuello ya le puso nombre propio y se llama como él, como el papá de la nena.

Mi propia voz en mi cabeza me dice a veces que voy a estar mal, que la bebé va a ser flaquita y desnutrida y yo una mamá incapaz de cuidarla bien y darle lo que necesita, que cuando crezca me va a odiar porque por estar trabajando por un mísero sueldo obrero no le di la atención que necesitaba y va a ser una pandillera… y yo me voy a odiar a mí misma por mi fracaso en la vida y la voy a culpar a ella en un círculo sin fin, etc. etc. etc.

Pero en una de esas veces, cuando la cabeza me dictaba miedos y el aire me empezaba a faltar, recordé la oración del 3 de mayo, día de la Santa Cruz, que hacíamos en el colegio: “Si el demonio me tentare, le diré que no tiene parte en mi alma porque el Día de la Santa Cruz, dije mil veces ¡¡JESÚS!!”

Entonces supe lo que pasaba. Supe que estaba atravesando por un momento de tentación.

He descubierto tu trampa, Satanás y no voy a caer en espíritu de perturbación, ni en la tentación del desánimo y la derrota. Es normal sentir inquietud en las dificultades pero es normal también que la Fe salga a defender un alma que alguna vez ha orado o por quien alguien ha orado.

Si el diablo existe, debe querer eso, agitarnos y ponernos un lente según el cual la vida es oscura y carente de sentido. Cuando en el Padre Nuestro decimos “no nos dejes caer en tentación” más que la tentación de no pecar, debemos huir de la tentación de no creer, de no tener esperanza y de cerrar los ojos a la luz que siempre hay en el camino.

Esta semana leía en el boletín de Fray Nelson una respuesta sobre ángeles y yo la aplicaba a las almas: decía que no es posible saber si Dios las sigue creando o ya están creadas desde el principio o desde qué momento. No sé si el alma de mi hija ya está conmigo y como dicen algunos ya hay dos ángeles de la guarda junto a mí o eso sucede después del nacimiento… Si es verdad que el diablo existe y que su pasatiempo es capturar almas tengo que decir: “Si el demonio me tentare, le diré que no tiene parte en mi alma, ni en la de mi hija, porque cuando descubrí la tentación, dije muchas veces: Jesús, ten compasión de mí; Padre, no nos dejes caer en la tentación; Santa María, enséñame a decir como tú, “Hágase, Señor, según tu Voluntad, y eso me da la confianza y la Fe que necesito para enfrentar la VIDA y vivirla así, con mayúsculas”, por mí y por la criaturita que mientras escribo esto anda manifestandose con sus piecitos en mi vientre.

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