2007/03/12

ALISTANDO LAS MALETAS


En la clínica donde nacerá Isabella hay una cartelera con un listado de cosas para llevar el día del parto. Unas para el bebé y otras para la mamá. Al final tiene unas letras escritas a mano en marcador negro: Y MUCHO AMOR.

Yo salté cuando leí esas letras... no se me había ocurrido el amor en el parto, había pensado en la primera muda, en la piyama, en los papeles, en la respiración de jadeo, hasta en los santos patronos de la maternidad que son San Ramón Nonato y San Gerardo Mayela... pero no había pensado en la fusión extraordinaria de amor y dolor que significa un nacimiento.

Un amigo Mercabá me escribió y me dijo "recuerda que estamos a la espera del feliz alumbramiento" y me dio la misma sensación... al parto debo llevar amor y también felicidad.

Es el día glorioso en que mi hija y yo nos encontramos después de haber estado juntas pero separadas todos estos meses, en que los que he recibido la noticia de su vida sin esperarla, la he llevado, alimentado y cuidado... y ahora por fin nos veremos, ella tan frágil ante mí y yo tan frágil ante ella. El día en que me hace mamá y yo la recibo como hija. Una hija de Dios para el mundo, una Llena de Gracia trayendo esperanza para la tierra.

Pensándolo bien... creo que empiezo a entenderlo. Llevar amor, llevar felicidad... si el embarazo ha sido una experiencia mística, el parto ha de ser una experiencia trascendental, como un nuevo nacimiento para mí también, a otra vida dentro de la misma vida.

Gracias, Isabella, has hecho fecundo mi vientre y también mi destino.

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