2006/11/20

Lagrimas..lagrimas...lagrimas

Las inútiles lágrimas se me escurren a chorros de los ojos. El espasmo muscular de hace dos semanas me enseñó que es mejor llorar que pasar por valiente y somatizar la tensión y las angustias, sobre todo ahora que mi cuerpo es un templo que no es mío, sino la casa del bebé.

Mañana tengo otra vez ecografía y me siento cobarde para mirar este nenito a la cara.

Esta semana se cumplen 18 semanas de mi embarazo, casi la mitad de mi embarazo y con terror me doy cuenta que el padre hablaba en serio cuando dijo que no tendría ningún tipo de apoyo hasta que tuviera en sus manos la estúpida prueba de ADN.

... cuál ADN pedazo de tonto... su ADN se mezclaba con el mío en el roce de la piel con la piel, en la saliva de los besos, en la locura del sexo y sin esperarlo ninguno de los dos, el ADN se mezclaba en el milagro de la vida, en una nueva persona que vendría el mundo...

Y aún así necesita pruebas... pruebas de qué? de que cuando él daba la espalda yo no repetía el proceso con otros hombres? por qué no se acuerda solamente de mi mirada que le decía que sí, que a pesar de todo lo quería... Pruebas de qué? de que cuando él me arrojó al vacío con sus palabras "no dejes que nazca, solucionalo ahora que son sólo células" yo desobedecí y permití al milagro seguir su existencia...

Pero las semanas pasan una a una y un bebé viene y debería saber que aunque infinito mi cariño no basta... Debería saber que darnos la espalda no borra sus genes, que partirme la cara a pura indiferencia no cambia lo que sucede...

Injusticia, crueldad, indiferencia, cinismo... El universo es tan grande y yo no tengo adónde esconderme de él...

Hace tantos meses que no me llama y a pesar de todo su sombra me persigue, su ausencia devora mi esperanza en el futuro como una hiena que come y se ríe.

El hijo en mi vientre me llena de fuerza pero me hace tan frágil... me hace tan susceptible al viento, al frío, al esfuerzo, a las horas de pie en el transporte público, al apretón de la ropa que ya no me sirve, a los carbohidratos de las harinas, a la perversidad de la sal y los dulces...

... Y tan sensible al comportamiento maldito de una padre irresponsable del que yo no debería acordarme ni para bien mi para mal...

Dios me ama y me protege, me dicen todos y yo también lo sé... Pero el amor de Dios no me aisla de la vida diaria, no me aisla de tener que vivir las cosas de la manera difícil, de ir sola a los controles prenatales y a las ecografías, no me salva de tener que tomar tantas decisiones sola y de sufrir la manera de multiplicar los ingresos para que alcancen para las necesidades de mi hijo y yo.

El Amor de Dios no me aisla de tener que llorar las consecuencias de mis actos.

Y pregunto por qué el padre no está llorando mientras a mí la luz que viene a este mundo me traspasa de lado a lado?

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