2007/03/25

Arte

Todos los días admiro en mi cuerpo la belleza de lo que la naturaleza hace en mí al estar embarazada.

Cómo el vientre crece, se ensancha, la piel se tiempla, los huesos se acomodan, hasta la mirada se dulcifica.

Es una verdadera obra de arte lo que pasa en el cuerpo de una mujer embarazada, como la vida que lleva dentro se abre paso en ella, con un esfuerzo que realza su significado. Ella empieza a parir un poco desde la primera náusea, va muriendo a sí misma desde que tiene que empezar los primeros exámenes médicos y hacer todo lo que no le gusta.

Estar embarazada es estar llena de gracia, de luz y de belleza. Me encanta mi cuerpo de embarazada.


Pronto, llegará el tiempo de pensar en el ejercicio, en bajar los gorditos que la lactancia no se lleve y en contar las calorías para no sobrepasarse, mi cuerpo volverá a ser mío.

Pero por ahora, sigue siendo el templo donde el misterio de la vida se desarrolla, y está llegando a su plenitud de ser humano.

Por ahora, mi cuerpo es de ella, de la criatura que en el se ha formado, y de la naturaleza que de mí se ha servido para realizar este milagro.

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