2007/03/06

Juegos de Agua

Si el espíritu de las personas tiene pulmones, la respiración profunda que llena de vitalidad se hace con un rato de oración sincera. Hay una cita en el Evangelio en la que Jesús habla de un tesoro en un campo y quien lo encuentra va y vende todo lo que tiene para comprar el campo; al leer esta cita y sentirme la muy amada de Dios por quien El se ha entregado, ha dado todo de sí para comprar mi campo siendo yo misma su tesoro más preciado, se me aclararon algunas cosas dentro de la cabeza y del corazón.

La experiencia de sentirse amado es la más reconfortante e importante de una persona.

Durante el embarazo yo he sentido la necesidad y el llamado a amar mucho, pero la
experiencia de sentirme amada y consentida ha sido más difícil, una por las carencias físicas sobre las que ya he escrito, la ausencia de la familia, la "huida" del padre biológico de la nena, las ocupaciones de los amigos y mi propia tendencia a ensimismarme como una manera de protegerme de esas mismas carencias.


Tantas palabras para decir simplemente que el sentirme otra vez la persona y la mujer muy amada del Señor me ha dado la fuerza suficiente para seguir con mis "juegos de agua":

Para jugar con mi hija y decirle que es un pescadito cuando va moviendose por su casita llena de agua y moviendo toda la barriguita. Para disfrutar el baño de la mañana y decirle a ella lo rica q es el agua. Para llegar de trabajar en las noches y empezar con cariño a lavar la ropita talla cero, primero shampoo para ropa delicada, después suavizante para ropa delicada, después escurrir y colgar en ganchos recién lavados, mientras le digo a la bebé que esos vestidos son para ella, que se los ha regalado gente que ya la quiere mucho.

Voy a tomar mucha vitamina C desde q esté en lactancia, para que ella tenga defensas fuertes y cuando le quede el vestido de baño que le regalaron, llevarla a la piscina y dejarla nadar con su instinto y apenas empiece a correr, enseñarle a chapotear bajo la lluvia; después llevarla al mar y enseñarle a disfrutar del viento, de la arena y de las olas.

Y mientras tanto, yo pueda seguir conectada al gran océano de la vida, a la oración fuente de vitalidad y fortaleza. Dejar de pedirle al Señor que me quite las dificultades, hablarle de todo el bien que me ha hecho con el corazón en humilde alabanza.


1 comentario:

Saulo Medina dijo...

Bonita la relación entre el agua, tu hija nadando, y sentirte amada. ME recuerda el agua viva que Cristo le brinda a la Samaritana