El saludo de María llenó a Isabel del Espíritu Santo y la criatura saltó en su vientre. Ya una vez hice un post sobre este pasaje bíblico y hoy lo retomo por el nombre de la pequeña que salta en mi vientre.
Isabel, llena de Dios, casa de Dios, la que ama a Dios, qué buen nombre para una niña que ha llenado de regocijo y alegrías los lugares y corazones que ha visitado, ha ido y vuelto del otro lado del océano, subido hasta norteamérica y bajado hasta la Argentina... sin salir de mi barriguita; la nueva noticia de su Vida ha conmovido, solidarizado, ha secuestrado lágrimas y muchas muchas bendiciones y sonrisas. Internet le ha servido en su viaje, pero también viaja a través del cariño de tantas personas conocidas y desconocidas.
Isabella, que es el nombre de Isabel en su variación italiana, le da un toquecito de niña del siglo XXI.
Hoy estuvimos en la que seguramente será su ecografía final antes de nacer. El médico nos ha repetido las buenas noticias de siempre: llena de salud, llena de vitalidad, crecimiento normal, desarrollo dentro de límites satisfactorios. En el ultrasonido vi sus huesos, su cerebro, su hígado y hasta una oreja se pudo apreciar con claridad.
Pensar que empezó siendo una célula microscópica e indefensa, de la que millones de personas en el mundo hubieran opinado que no tenía vida propia ni era ser humano... y tan pronto y tan maravillosamente se ha vuelto persona.
Y es una mujer, llena de fortaleza interior, inteligencia, sensibilidad y con un don especial para amar y ser amada.
Bendita seas niña Isabella y bendita yo que tengo el regalo y el compromiso de traerte al mundo.
Bendito el Dios de la Vida que te da la vida.
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